En julio pasado, el cantante Alejandro Sanz hizo un hiato en su agenda de giras y conciertos para ver con sus propios ojos los efectos del calentamiento global en el Artico. Viajó como un miembro más de la misión de Greenpeace, sin ningún privilegio especial por su carácter de estrella: un bolso chico, mucha ropa de abrigo y con avidez para conocer lo que hasta entonces parecía una tierra extraña: Groenlandia. En el tercer día de la travesía, después de haber visto los primeros glaciares en retroceso, decidimos conversar. Estábamos en Tinitequilaaq, en las puertas del baño comunal, el único lugar de todo el pueblo -en el que viven sólo 180 personas- donde había duchas. Tras el aseo, nos sentamos a hablar con la vista del gran fiordo de Sermilik enfrente, que está repleto de icebergs. Los perros que los aborígenes del lugar -los inuits- usan para propulsar sus trineos durante el invierno no dejaron ni por un segundo de aullar.
-Tu preocupación por el medio ambiente es real. Para vos no se trata sólo pegarse la calcomanía de una organización ecologista famosa como esta...
-Pegarse una calcomanía es muy fácil. Se puede hacer haciendo conciertos solidarios, que está muy bien. Pero venirse aquí al sitio yo creo que es la forma. No puedes defender nada que no conozcas. Uno nace con la preocupación por el medio ambiente. Luego la pierde cuando nos estamos haciendo adultos. Y algunos, gracias a pequeñas cosas, quizás también los hijos, la vuelve a recuperar. Y se recupera con más fuerza. Ahora mismo, no concibo otra forma de viajar que no sea mirando al rededor, e intentando cambiar un poco para bien lo que hay a mi alrededor.
-¿Qué te sorprendió en el Artico?
-Mira el paisaje que tenemos enfrente. Esto es una cosa impresionante. Esto tan bello lo que vemos, sin embargo, todos estos icebergs en el fondo son glaciares pidiendo socorro. Todos estos icebergs yéndose hacia el mar son gritos de socorro. Todo eso se desprende de los glaciares. Todo este fiordo enorme era un glaciar entero. El casquete polar venía prácticamente para este lado. Se ha reducido todo esto en todos estos años. Todo esto es muy gráfico. Por eso, el interés de Greenpeace de que viniera con ellos aquí. Yo no soy un activista de Greenpeace como tal. No milito en Greenpeace. Pero me parece que esta causa tiene mucha fuerza y sobre todo es de vital necesidad para todos que cuidemos esto. El ser humano tiene esta estupidez supina de por querer ganar dinero en 20 años son capaces de destruir el futuro entero de la humanidad. Eso es fuertísimo. No se qué les pasa por la cabeza a los directivos de Shell o de todas estas petroleras...
-Y cuando hablan lo hacen de un lugar de corrección política, como queriendo convencerte de lo que hacen está bien...
-Y descalificando. Es una vergüenza hacer campañas verdes de que estamos cuidando el ambiente... Es mentira. Luego vas a las selvas al Ecuador, en Perú, países donde van dejando su rastro de muerte, de petróleo en cualquier parte de la selva, acabando con poblaciones indígenas enteras... Yo no se qué les pasa por la cabeza. Pero en el fondo de su alma necesitan un poco de pudor, porque sino no disimularían tanto.
-¿Es la primera vez que vas a ver en primera persona un sitio de gran impacto ambiental?
-Sí. Pero he hecho muchos viajes: albergues con niños con cáncer en México, en otros países. El primer viaje así lo hice con Médicos Sin Fronteras a Zimbabwe, para denunciar cómo afectaba el recorte de ayudas a los retrovirales a los niños con SIDA pediátrico. Entonces, estos viajes me llenan, me parece que sirven de algo. No he encontrado ninguna forma mejor que llegar al sitio y vivirlo. Nos decía en Greenpeace que ellos hacen tantos estudios para ver cómo retroceden los glaciares, y resulta que Ben, nuestro guía inuit, nos lo dijo en dos minutos: mira, hace 20 años, esto medía un kilómetro y medio más. No hace falta tanto estudio cuando te lo explica allí un nativo de una manera tan clara y tan gráfica. Hay que venir a los sitios, hay que verlos. La solidaridad de medallita de gran concierto solidario está muy bien. Pero venirse al sitio y vivirlo aquí, dormir aquí con ellos, mojarse los pies ahí, es la forma. A la gente le llama la atención que podamos hacer esto. Y no hacerlo desde un hotel de cinco estrellas. Por eso, ha habido tanto repercusión.
-¿En tu vida cotidiana cómo ejercés esta conciencia medioambiental?
-Hay un trabajo de hormiguita que es concientizar a toda la gente que está a tu alrededor. Afortunadamente mi trabajo me da la oportunidad de conocer gente muy interesante, muy poderosa también. Yo voy poniendo mis clavitos donde se levanta una tablita. Y luego ellos me van pidiendo.
-Contame un poco cómo vivís “verde” en tu finca...
-Yo planto. Tengo cerezas, tengo olivos, planto tomates. No sólo no utilizo ningún tipo de pesticida ni herbicida, ni nada de eso, sino que he convencido mucha gente de ahí alrededor que no lo haga. Al principio fue horrible porque es gente del campo que lo que quiere es maximizar el rendimiento. Les digo: si talas este árbol no compensa con el beneficio que estás obteniendo. Al principio les cuesta mucho, pero luego les empieza a gustar porque en el fondo es su entorno. Y aquí (dice mirando la basura tirada en las calles del pueblo) también quizás hay que enseñarles a cuidar su entorno más inmediato. Se ve que viven con esta cosa que da igual tirar esta lata aquí....
-Pero hay algo inherente del capitalismo que hace que sobren los objetos, y que después esos objetos inertes, muertos, no tengan donde ir...
-Me encanta que lo digas así, porque no había encontrado otra explicación pero es esa: estos son objetos del capitalismo. Y están ajeno a su cultura que no encuentran cómo gestionarlos, porque no es de ellos
-Aquí no había envases de cereal, ni latas de gaseosa. ¿Vos sos optimista con respecto al futuro o sos de los fatalistas?
-Yo no prefiero ni una cosa ni la otra. Prefiero intentar cambiar las cosas..
-¿Tenés canciones sobre el medio ambiente?
-Sí. Había un amigo que decía: una canción no puede parar un tanque pero puede romperle el corazón al que lo conduce. Las canciones crean un ambiente favorable a todo lo que es bueno.
-Además del cambio climático, que es la madre de todas las batallas, ¿hay otras causas ambientales que te llamen la atención?
-La principal es esta. El cambio climático es realmente es el gran problema. Lo gracioso es la carambola que han creado las petroleras que han creado la necesidad del petróleo, y que ese petróleo cree un problema tan grave como el calentamiento global, o sea parte de este problema, y entonces, a través de ese calentamiento global se empieza a deshelar el polo y puedan ellos entrar aquí y decir: cómo se está deshelando vamos a buscar más petróleo. O sea: una carambola perfecta de destrucción.
-¿Te inspiraste poéticamente en este viaje?
-La inspiración es una especie de barril donde caben muchas emociones. Entonces yo me llevo una carga emocional muy grande de aquí. No es que me lleve frases. Cuando llegue a mi casa y llegue a mi estudio me pondré a buscar en ese baúl de emociones
-¿Pensás que nos va a cambiar como personas un viaje así?
-Por supuesto. Ya nos ha cambiado.
(By Clarín.com)
